Comparto con vosotros el hangout titulado "La orientación que queremos", que se celebró el 22 de octubre, y en el que participé como invitada junto con mis compañeros Victor Cuevas, Alberto del Mazo, Mercedes Ruiz, Claudio Castilla, e Inma Contreras coordinando las redes. El debate fue promovido, coordinado y moderado por nuestro compañero Jesús Hernández.
Me quedé con ganas de comentar algunas otras cuestiones que expongo en este post. Que siga el debate.
El jueves hicimos un pequeño recorrido por la historia reciente de la orientación educativa, una profesión que comenzó a tener sentido con la LOGSE y que pasó de ser rechazada en sus inicios a convertirse en un servicio altamente especializado en practicamente todas las facetas de la educación. Atrás quedaron aquellos años en los que se nos hacía el chiste socarrón del "paquistaní" o en los que los compañeros se preguntaban para qué estábamos en los centros.
Hoy en día no se concibe un centro sin orientador, y se le imprimen roles de diversa índole como el de asesor, formador, coordinador, especialista, mediador, burócrata, dinamizador, supervisor, bombero, agente del cambio,..., hasta hay quien sueña que "mago". Poco a poco hemos ido aglutinando numerosas y heterogéneas funciones que la propia dinámica de los centros y de las administraciones educativas nos fueron colocando. Sin querer ha ido calando la idea de que el orientador es una persona que tiene que tener una solución para todo, o al menos una idea para empezar a solucionar algo. Pero este protagonismo hemos querido siempre desterrarlo, para poner a la figura del orientador dentro de un equipo humano, aunque fuese un equipo sin equipo.
El jueves hicimos un pequeño recorrido por la historia reciente de la orientación educativa, una profesión que comenzó a tener sentido con la LOGSE y que pasó de ser rechazada en sus inicios a convertirse en un servicio altamente especializado en practicamente todas las facetas de la educación. Atrás quedaron aquellos años en los que se nos hacía el chiste socarrón del "paquistaní" o en los que los compañeros se preguntaban para qué estábamos en los centros.
Hoy en día no se concibe un centro sin orientador, y se le imprimen roles de diversa índole como el de asesor, formador, coordinador, especialista, mediador, burócrata, dinamizador, supervisor, bombero, agente del cambio,..., hasta hay quien sueña que "mago". Poco a poco hemos ido aglutinando numerosas y heterogéneas funciones que la propia dinámica de los centros y de las administraciones educativas nos fueron colocando. Sin querer ha ido calando la idea de que el orientador es una persona que tiene que tener una solución para todo, o al menos una idea para empezar a solucionar algo. Pero este protagonismo hemos querido siempre desterrarlo, para poner a la figura del orientador dentro de un equipo humano, aunque fuese un equipo sin equipo.
Los tiempos han cambiado, las ratios han aumentado, los problemas de disciplina se han ido transformando en más complejos, la atención a la diversidad ha disminuído en atención y aumentado en diversidad, la multiculturalidad se ha extendido y los claustros se han recortado. Hoy en día los padres piden más citas, los servicios sociales más comunicación, los servicios sanitarios más coordinación, los tutores más asesoramiento, los niños más ayuda y atención, los profesores más apoyos, las administraciones más protocolos y burocracia, los equipos directivos más recursos humanos y más asesoramiento de los equipos de orientación.
Pero los actuales equipos de orientación tienen sus puntos fuertes y su lado frágil:
Mientras la vida en los centros se fue complicando en los últimos 5 años, los orientadores hemos acompañado a equipos directivos, equipos de profesores y a padres, tratando de amortiguar los daños de las reformas y los recortes en educación, mediante programas de tutoría, estudiadas estrategias de atención a la diversidad, vespertinas reuniones de coordinación, burocráticos protocolos de actuación, equipos de convivencia, programas de orientación académica, trabajo en red, perfeccionamiento pedagógico y mucha atención personalizada. Los micro-equipos de orientación han conseguido integrarse al máximo en la vida de los centros y ser reconocidos como pieza clave en el engranaje de la educación. Con todo, esto es un paso de gigante.
Pero los actuales equipos de orientación tienen sus puntos fuertes y su lado frágil:
- Para comenzar no se entiende cómo hay centros que todavía no cuentan con un orientador a tiempo completo, ni que un centro de 500 alumnos o más cuente sólo con una única persona orientadora (el criterio de la Unesco recomienda un orientador por cada 250 alumnos), ni cómo en estos últimos años los equipos de orientación siguen con la misma estructura que cuando comenzaron hace casi 20 años.
- No se comprende como a pesar de multiplicarse sus funciones y responsabilidades se hayan mantenido a lo largo de los años micro-equipos de orientación, compuestos por un orientador y un profesor PT, para todo un centro de más de 500 alumnos.
- No entiendo cómo cada año que pido para el centro un profesor más de PT a la administración, porque hay más alumnos que lo necesitan, se dé la callada por respuesta.
- No comprendo cómo una sóla persona puede aglutinar tantas responsabilidades y ser capaz de llegar a cada uno de sus 500 o mil alumnos, a sus padres y a sus profesores.
- No se explica por qué todavía no existe un órgano autonómico o estatal de coordinación de la orientación, o un centro nacional de recursos para la orientación.
Mientras la vida en los centros se fue complicando en los últimos 5 años, los orientadores hemos acompañado a equipos directivos, equipos de profesores y a padres, tratando de amortiguar los daños de las reformas y los recortes en educación, mediante programas de tutoría, estudiadas estrategias de atención a la diversidad, vespertinas reuniones de coordinación, burocráticos protocolos de actuación, equipos de convivencia, programas de orientación académica, trabajo en red, perfeccionamiento pedagógico y mucha atención personalizada. Los micro-equipos de orientación han conseguido integrarse al máximo en la vida de los centros y ser reconocidos como pieza clave en el engranaje de la educación. Con todo, esto es un paso de gigante.
Pero hace tiempo ya que la Orientación necesita un cambio de rumbo. Es irracional que hayan pasado por nuestros ojos 5 leyes orgánicas de educación (LOGSE, LOPEG, LOCE, LOE Y LOMCE) y ninguna de ellas haya intentado mejorar los equipos de orientación adaptándolos a las nuevas necesidades, ni siquiera a modo de ensayo.
En mi centro, con mi micro-equipo, malamente podemos acercar la orientación a los más de 500 alumnos que tienen derecho a recibirla.
Aprovecho la ocasión para exponer la orientación que yo quiero:
- Para poder desempeñar adecuadamente la enorme heterogeneidad de funciones que se nos asignan urge ampliar significativamente el nº de orientadores en todas las etapas educativas.
- Es preciso hacer realidad el derecho de todos los alumnos a la Orientación en todos los tramos educativos. Por ello es necesario atender a todos los alumnos, tengan o no necesidades educativas especiales, asesorar al profesorado y orientar a sus familias, porque así lo demandan.
- Urge dotar a todos los centros de un equipo de orientación especializado en las necesidades propias de los centros de enseñanzas especiales (por ejemplo idiomas, música, danza, artes plásticas y diseño, centros de adultos, ...).
- Es necesario dotar de más especialistas a los Equipos de Orientación Específicos provinciales.
- Los equipos de orientación de los centros debe estar compuestos por profesionales especialistas suficientes y profesores colaboradores, con dedicación horaria y reconocimiento laboral, con espacios físicos y horarios para la coordinación, para que sean realmente multidisciplinares e interdisciplinares.
- Hay un tercer nivel de la orientación, la que ejercen los tutores y los profesores a diario, sin más apoyo que el nuestro. Estos equipos de tutores deben tener adecuadamente reconocida su labor a nivel laboral, y como mínimo reconocer una suficiente dedicación horaria para atender a padres, alumnos y coordinarse con nosotros. Dos ridículas horas semanales no sirven más que para papeleo.
Aprovecho también la ocasión para exponer quién creo que debe formar parte de un equipo de orientación en un centro, al menos:
- Un orientador/a cada 250 alumnos sin docencia.
- Un profesor/a especialista en Pedagogía Terapéutica por cada 50 alumnos de ESO.
- Un profesor/a de Formación y Orientación Laboral con suficiente dedicación horaria para dinamizar actividades y proyectos de asesoramiento e integración laboral con todos los alumnos del centro, no sólo a través de su docencia.
- Un educador/a social dinamizador de la convivencia y de los programas de educación en valores.
- Un trabajador/a social de apoyo y seguimiento a las familias en desventaja sociocultural.
- Un logopeda que colabore en la evaluación, tratamiento e intervención en los trastornos del habla.
- Un profesor/a especialista de audición y lenguaje que se ocupe de la intervención psicopedagógica en las dificultades del lenguaje.
- Profesores voluntarios del centro con dedicación horaria, dispuestos a formarse y a coordinar proyectos concretos.
Propongo un equipo que se defina de verdad como un grupo de más de dos, para que interactúen, discutan y piensen de forma coordinada y cooperativa, unidos con un objetivo común y absolutamente integrados en los centros para acompañar a toda la comunidad educativa.
Os dejo también un enlace a los posts que han ido publicando mis compañeros al respecto:
Jesús Hernández ("Storify la orientación que queremos")
...EL DEBATE CONTINÚA:
Recomiendo leer las geniales aportaciones realizadas a esta entrada, por nuestro compañero Victor Cuevas , en los comentarios. Seas orientador o no, si te apetece, añade tu comentario o un enlace para continuar el debate.
Excelente reflexión Mónica. Enhorabuena.
ResponderEliminarEsta misma tarde al salir del instituto hablaba con unos compañeros que llevamos veinte años trabajando en esto sobre la necesidad de reformular el concepto de departamento de orientación y coincidíamos en muchas de las reflexiones que escribes. Cada día hay menos atención y más diversidad. La inclusión la dejamos para los manuales teóricos, que esa no la conozco. Soy de los que trabaja en un micro equipo, me encanta esa definición, porque somos una compañera PT/AL (hace las dos funciones, porque ella lo vale) y yo. En mi instituto hay 840 alumnos... el resto lo has expresado tan bien que me adhiero a tus palabras.
No me gusta que en la dinámica de la Red se excluya esta parte reivindicativa de nuestro trabajo. Parece que somos profesionales que podemos echarnos a la espalda cualquier cantidad de trabajo y eso no es cierto. Es coste en la calidad del trabajo, en la calidad de atención hacia alumnos, familias y compañeros, y, finalmente, hacia nuestra salud es enorme. Alguna responsabilidad tendrán los equipos directivos, que permiten estas situaciones y, especialmente, la administración educativa.
Por último, incidir en la complejidad de las funciones que desarrollamos tanto profesores, tutores como orientadores, con el apoyo y asesoramiento que podemos, nunca el suficiente, y sin reconocimiento profesional ni formación previa.
Detrás de tanto innovación docente, de tanto cambio de la Escuela, echo de menos un debate profesional sobre nuestro trabajo. Menos mal que, al menos, tenemos la Red para expresarnos.
Un abrazo grande
Victor te agradezco mucho esta intervención. Lo que exponemos, el otro día en el hangout y ahora aquí, es la necesidad de parar y reivindicar. Nos han tomado a los orientadores como parcheadores de todos los desaguisados. En mi centro tengo una compleja realidad de 600 alumnos, y con frecuencia me siento bloqueada, porque muchas veces tienes la solución en mente pero te falta tiempo, energía y manos para trabajar, otras no sabes por donde tirar y necesitas la ayuda de otro experto que te ayude. Se sufre viendo a equipos directivos naufragando en la gestión, pero lo peor es ver a los alumnos esperando a recibir su porción de ayuda perdidos en aulas masificadas. Además tocas un tema que hay que sacar a la luz, el desagaste físico, mental y familiar que los orientadores de determinados centros públicos estamos soportando buscando un mínimo de calidad y coherencia en nuestro trabajo. Yo estoy harta de estirar mi horario laboral y el de mi compañera de PT para no llegar ni al 20% de lo que podríamos llegar a hacer si contásemos con un equipo digno de profesionales.
EliminarJesús Henández hay que agradecerle que iniciase el debate, pero ahora los orientadores somos responsables de mantenerlo y decir bien alto a todo el mundo que los milagros mejor a lourdes. Efectivamente la red es un buen vehículo, pero hay que buscar la manera de llegar también a las Consejerías y al Ministerio con nuestras reivindicaciones.
Un abrazo Victor y que siga el debate.
El debate debe continuar, pero echo de menos una presencia del mismo en las redes de las asociaciones de orientadores, de los sindicatos y de los partidos políticos. No hay por dónde cogerlo, tampoco tenemos una representación en los órganos de la Administración... uff el panorama es duro. Por mi parte, ese esfuerzo personal en el centro lleva aparejado una menor presencia en la Red, una disminución de mi participación en eventos fuera de casa, etc.
EliminarEn fin, gracias de nuevo por tus palabras
PD. No lo apunté en el debate pero cada día estoy más convencido de que falta un profesional en los centros, al menos en Secundaria: el psicólogo clínico, que trabaje en los cada día más frecuentes y preocupantes problemas de salud mental de estas edades. Suponen ya un gran porcentaje de mis intervenciones individuales ante la falta de operatividad de los servicios de Salud Mental, la orientación médica de muchos de ellos y la confianza que depositan los alumnos en nosotros. Otro debate está servido.
Es tristemente cierto lo que comentas Victor, el sobreesfuerzo que supone nuestro trabajo conlleva menos tiempo para reivindicar, asociarnos, participar y formarnos.
EliminarEn cuanto a la figura del psicólogo clínico, es indiscutible que les necesitamos urgentemente, pero ¿debe de estar en el departamento de orientación? o ¿hay que exigir mayor conexión y mayor operatividad de los servicios de salud mental con los centros educativos? ¿Los servicios públicos de salud mental son otro colectivo que sufre la evidente falta de recursos? ¿de ahí esa falta de operatividad?